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jueves, 14 de enero de 2010
PUERTO PRINCIPE.- "Hay tanta gente que necesita ayuda (...) No tenemos equipamiento, no tenemos bolsas para los cuerpos". Con esas palabras, Pericles Jean-Baptiste, vocero de la Cruz Roja en Haití, describió la caótica situación que atraviesa la organización humanitaria, acostumbrada a lidiar con desastres en un país golpeado por la pobreza, las catástrofes naturales y la inestabilidad política.
La conmoción no cede y la desesperación se acrecienta con el correr de las horas en Haití, donde miles de rescatistas trabajan contrarreloj en la remoción de escombros buscando sobrevivientes de la tragedia provocada por el sismo que devastó anteayer a la isla.
A raíz de ello, el Comité internacional de la Cruz Roja (CICR) enviará 40 toneladas de medicamentos y material médico a Haití para socorrer a miles de personas heridas por el violento sismo que afectó a ese país anteayer. Las 40 toneladas listas para partir en un avión de transporte incluyen en particular "botiquines especializados, habitualmente utilizados para atender heridos durante conflictos así como botiquines de base que permiten la atención a 10.000 personas durante tres meses", precisó el portavoz, Florian Westphal.
Por otra parte, un equipo de once miembros del CICR, de los cuales dos son encargados de poner en contacto a familiares separados, partió de Ginebra esta mañana con destino a Puerto Príncipe. El CICR prevé también enviar al país afectado "en los próximos días un experto encargado del tratamiento y la identificación de los cadáveres", agregó Westphal.
En ese contexto, cientos de habitantes traumatizados pasaron la noche en parques y calles de la capital del país, temiendo más réplicas del catastrófico sismo que derrumbó casas y edificios gubernamentales y sepultó a miles de personas. Según las primeras estimaciones de las autoridades locales habría más de 100.000 muertos.
La Cruz Roja estima que hasta tres millones de personas, un tercio de la población nacional, habrían sido afectadas por el terremoto y que llevaría uno o dos días tener una idea clara de los daños sufridos, según el vocero Paul Conneally.
En tanto, miles de sobrevivientes temen regresar a sus precarias viviendas y pasan las horas en lugares abiertos, donde grupos de mujeres cantan canciones tradicionales en la oscuridad y rezan por las víctimas. "Ellas cantan porque quieren que Dios haga algo. Quieren que Dios las ayude. Todos queremos", dijo el empleado del Hotel Villa Creole, Dermene Duma, que perdió a cuatro familiares.
Decenas de miles de haitianos recorren las calles aturdidos y llorando por las caóticas y destruidas calles de Puerto Príncipe, buscando ayuda de manera desesperada. Los cadáveres están a la vista por toda la ciudad, bajo los escombros o tendidos junto a las calles.
Video: terremoto en Haití
La ayuda desde la Argentina El avión argentino con la ayuda humanitaria para Haití saldrá hacia Puerto Príncipe esta tarde a las 18, informó el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. El avión, según anticipó el vicecanciller Victorio Taccetti transportará medicamentos, carpas y una planta potabilizadora de agua para ampliar la capacidad del hospital argentino en Puerto Príncipe, además de médicos y expertos en logística.
La ayuda humanitaria. Tornando camionetas en ambulancias y puertas en camillas, los haitianos batallan frenéticamente para salvar a los heridos, mientras aguardan el arribo de ayuda, que comenzó a llegar esta mañana cuando un avión de Air China aterrizó en el aeropuerto de Puerto Príncipe.
En las últimas horas, la capital de Haití se transformó en un gigantesco puerto de recepción de la ayuda internacional que prometieron desde cada rincón del mundo. Numerosos países y organizaciones humanitarias comenzaron a enviar alimentos, equipos de auxilio, médicos y hospitales de campaña para atender a las víctimas y rescatar a los atrapados en los escombros.
Estados Unidos, varios países latinoamericanos y europeos, la Cruz Roja Internacional, la Secretaría General Iberoamericana y el Banco Interamericano de Desarrollo anunciaron el envío de dinero, alimentos, voluntarios, bomberos, expertos y hasta perros especializados en búsquedas.
En tanto, el gobierno ruso despachó un avión llevando un equipo de socorristas, en tanto las autoridades se comprometieron a enviar más ayuda, incluyendo un hospital de campaña, personal y material médico. Asimismo, Israel anunció el envío de más de 200 médicos para atender a los heridos.
Por su parte, Brasil, que ejerce el mando militar de la Misión de Paz de la ONU en Haití (Minustah), envió a su ministro de Defensa, puso en marcha un puente aéreo y preparó ocho aviones con asistencia humanitaria, además de destinar 15 millones de dólares de ayuda.
El Banco Mundial anunció que desbloqueará 100 millones de dólares adicionales para Haití, que detenta la renta per cápita más baja de toda América y tiene a 80% de sus casi 9 millones de habitantes en la pobreza.
PUERTO PRINCIPE.- Perdieron sus casas y una parte de la vida en menos de un minuto y desde entonces se hacinan en el centro de Puerto Príncipe, convertido en un gran campo de refugiados en el que decenas de miles de damnificados por el terremoto piden a gritos agua, comida y medicamentos.
"Haití vuelve a ser hoy un pueblo que no conoce los finales felices", lamenta Milien Roudy, acostado en un jardín, acompañado por su esposa y sus dos hijas, que no prueban bocado desde hace 24 horas.
Sin premeditarlo, miles y miles de personas sin hogar se reunieron desde anteayer por la noche en la conocida avenida de los Campos de Marte de Puerto Príncipe, cuyas plazas y jardines se vieron inundadas por un hormiguero de familias a la espera de ayuda.
Sucios, heridos, desesperados y llorosos, estos haitianos improvisaron coloridos toldos de tela para refugiarse y miran repetidamente al cielo esperando ver pasar los aviones que vendrán a socorrerlos y los ayudarán a empezar de cero.
Unidos por la desgracia, se cuentan sus historias que en el fondo son una sola: la casa se hundió bajo sus pies, una parte de la familia salvó la vida de milagro y dejando atrás a algunos de sus seres queridos vinieron a los Campos de Marte con lo puesto. Así el tiempo parece pasar más rápido.
"Si la comunidad internacional quiere ayudar a Haití realmente, debería darnos el dinero a nosotros directamente y no al gobierno", afirma James, a cargo de un campamento familiar de casi 50 personas, en las que falta una, su hermana menor de seis años, sepultada aún bajo los escombros de la casa familiar.
Con la ayuda de sus hermanos, este joven estudiante de 21 años saqueó un supermercado para conseguir arroz y agua y lo raciona con esmero ante la mirada envidiosa de otras familias, que por segunda noche consecutiva no tuvieron qué cenar. "En más de 24 horas, nadie, ni la ONU ni ninguna autoridad vino a darnos un vaso de agua", protesta a su lado Clement, funcionario público.
La avenida huele intensamente a polvo y orina y con las horas y el intenso calor, la situación sólo empeora. Algunos han bebido hasta la sucia agua de las fuentes públicas. "Tenemos un gran peso en el alma. No sabemos qué decirles a nuestros hijos sobre qué pasara mañana", afirma Marie Denise, madre de cuatro niños.
"No se han habilitado campamentos porque la ayuda tarda en llegar y nos da miedo dormir en casas semiderruídas. Si empezara a llover, esto sería terrible. No tendríamos realmente dónde refugiarnos", afirma Clarisse, enfermera de 30 años.
Miles de personas yacen aún bajo los escombros, que bloquean numerosas calles del centro de la ciudad. "No hay Estado para ayudarnos", repite Laurent, un universitario de 22 años, señalando frente a él el palacio presidencial y las sedes de los ministerios, todos ellos derrumbados por el sismo.
Sentados en sillas rescatadas de entre las ruinas un grupo de ancianos ni siquiera tiene ánimo para conversar y mantiene la mirada perdida en la multitud que crece y crece, conforme pasan las horas. "Cuando uno ve tantos niños muertos piensa que el destino se ha equivocado con uno. Era más bien nuestro turno", dice finalmente Fortune Mynusse, de 75 años.
La conmoción no cede y la desesperación se acrecienta con el correr de las horas en Haití, donde miles de rescatistas trabajan contrarreloj en la remoción de escombros buscando sobrevivientes de la tragedia provocada por el sismo que devastó anteayer a la isla.
A raíz de ello, el Comité internacional de la Cruz Roja (CICR) enviará 40 toneladas de medicamentos y material médico a Haití para socorrer a miles de personas heridas por el violento sismo que afectó a ese país anteayer. Las 40 toneladas listas para partir en un avión de transporte incluyen en particular "botiquines especializados, habitualmente utilizados para atender heridos durante conflictos así como botiquines de base que permiten la atención a 10.000 personas durante tres meses", precisó el portavoz, Florian Westphal.
Por otra parte, un equipo de once miembros del CICR, de los cuales dos son encargados de poner en contacto a familiares separados, partió de Ginebra esta mañana con destino a Puerto Príncipe. El CICR prevé también enviar al país afectado "en los próximos días un experto encargado del tratamiento y la identificación de los cadáveres", agregó Westphal.
En ese contexto, cientos de habitantes traumatizados pasaron la noche en parques y calles de la capital del país, temiendo más réplicas del catastrófico sismo que derrumbó casas y edificios gubernamentales y sepultó a miles de personas. Según las primeras estimaciones de las autoridades locales habría más de 100.000 muertos.
La Cruz Roja estima que hasta tres millones de personas, un tercio de la población nacional, habrían sido afectadas por el terremoto y que llevaría uno o dos días tener una idea clara de los daños sufridos, según el vocero Paul Conneally.
En tanto, miles de sobrevivientes temen regresar a sus precarias viviendas y pasan las horas en lugares abiertos, donde grupos de mujeres cantan canciones tradicionales en la oscuridad y rezan por las víctimas. "Ellas cantan porque quieren que Dios haga algo. Quieren que Dios las ayude. Todos queremos", dijo el empleado del Hotel Villa Creole, Dermene Duma, que perdió a cuatro familiares.
Decenas de miles de haitianos recorren las calles aturdidos y llorando por las caóticas y destruidas calles de Puerto Príncipe, buscando ayuda de manera desesperada. Los cadáveres están a la vista por toda la ciudad, bajo los escombros o tendidos junto a las calles.
Video: terremoto en Haití
La ayuda desde la Argentina El avión argentino con la ayuda humanitaria para Haití saldrá hacia Puerto Príncipe esta tarde a las 18, informó el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. El avión, según anticipó el vicecanciller Victorio Taccetti transportará medicamentos, carpas y una planta potabilizadora de agua para ampliar la capacidad del hospital argentino en Puerto Príncipe, además de médicos y expertos en logística.
La ayuda humanitaria. Tornando camionetas en ambulancias y puertas en camillas, los haitianos batallan frenéticamente para salvar a los heridos, mientras aguardan el arribo de ayuda, que comenzó a llegar esta mañana cuando un avión de Air China aterrizó en el aeropuerto de Puerto Príncipe.
En las últimas horas, la capital de Haití se transformó en un gigantesco puerto de recepción de la ayuda internacional que prometieron desde cada rincón del mundo. Numerosos países y organizaciones humanitarias comenzaron a enviar alimentos, equipos de auxilio, médicos y hospitales de campaña para atender a las víctimas y rescatar a los atrapados en los escombros.
Estados Unidos, varios países latinoamericanos y europeos, la Cruz Roja Internacional, la Secretaría General Iberoamericana y el Banco Interamericano de Desarrollo anunciaron el envío de dinero, alimentos, voluntarios, bomberos, expertos y hasta perros especializados en búsquedas.
En tanto, el gobierno ruso despachó un avión llevando un equipo de socorristas, en tanto las autoridades se comprometieron a enviar más ayuda, incluyendo un hospital de campaña, personal y material médico. Asimismo, Israel anunció el envío de más de 200 médicos para atender a los heridos.
Por su parte, Brasil, que ejerce el mando militar de la Misión de Paz de la ONU en Haití (Minustah), envió a su ministro de Defensa, puso en marcha un puente aéreo y preparó ocho aviones con asistencia humanitaria, además de destinar 15 millones de dólares de ayuda.
El Banco Mundial anunció que desbloqueará 100 millones de dólares adicionales para Haití, que detenta la renta per cápita más baja de toda América y tiene a 80% de sus casi 9 millones de habitantes en la pobreza.
PUERTO PRINCIPE.- Perdieron sus casas y una parte de la vida en menos de un minuto y desde entonces se hacinan en el centro de Puerto Príncipe, convertido en un gran campo de refugiados en el que decenas de miles de damnificados por el terremoto piden a gritos agua, comida y medicamentos.
"Haití vuelve a ser hoy un pueblo que no conoce los finales felices", lamenta Milien Roudy, acostado en un jardín, acompañado por su esposa y sus dos hijas, que no prueban bocado desde hace 24 horas.
Sin premeditarlo, miles y miles de personas sin hogar se reunieron desde anteayer por la noche en la conocida avenida de los Campos de Marte de Puerto Príncipe, cuyas plazas y jardines se vieron inundadas por un hormiguero de familias a la espera de ayuda.
Sucios, heridos, desesperados y llorosos, estos haitianos improvisaron coloridos toldos de tela para refugiarse y miran repetidamente al cielo esperando ver pasar los aviones que vendrán a socorrerlos y los ayudarán a empezar de cero.
Unidos por la desgracia, se cuentan sus historias que en el fondo son una sola: la casa se hundió bajo sus pies, una parte de la familia salvó la vida de milagro y dejando atrás a algunos de sus seres queridos vinieron a los Campos de Marte con lo puesto. Así el tiempo parece pasar más rápido.
"Si la comunidad internacional quiere ayudar a Haití realmente, debería darnos el dinero a nosotros directamente y no al gobierno", afirma James, a cargo de un campamento familiar de casi 50 personas, en las que falta una, su hermana menor de seis años, sepultada aún bajo los escombros de la casa familiar.
Con la ayuda de sus hermanos, este joven estudiante de 21 años saqueó un supermercado para conseguir arroz y agua y lo raciona con esmero ante la mirada envidiosa de otras familias, que por segunda noche consecutiva no tuvieron qué cenar. "En más de 24 horas, nadie, ni la ONU ni ninguna autoridad vino a darnos un vaso de agua", protesta a su lado Clement, funcionario público.
La avenida huele intensamente a polvo y orina y con las horas y el intenso calor, la situación sólo empeora. Algunos han bebido hasta la sucia agua de las fuentes públicas. "Tenemos un gran peso en el alma. No sabemos qué decirles a nuestros hijos sobre qué pasara mañana", afirma Marie Denise, madre de cuatro niños.
"No se han habilitado campamentos porque la ayuda tarda en llegar y nos da miedo dormir en casas semiderruídas. Si empezara a llover, esto sería terrible. No tendríamos realmente dónde refugiarnos", afirma Clarisse, enfermera de 30 años.
Miles de personas yacen aún bajo los escombros, que bloquean numerosas calles del centro de la ciudad. "No hay Estado para ayudarnos", repite Laurent, un universitario de 22 años, señalando frente a él el palacio presidencial y las sedes de los ministerios, todos ellos derrumbados por el sismo.
Sentados en sillas rescatadas de entre las ruinas un grupo de ancianos ni siquiera tiene ánimo para conversar y mantiene la mirada perdida en la multitud que crece y crece, conforme pasan las horas. "Cuando uno ve tantos niños muertos piensa que el destino se ha equivocado con uno. Era más bien nuestro turno", dice finalmente Fortune Mynusse, de 75 años.
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